Friday, November 17, 1995


La "serie para bandidos" se desarrolla a través de otras obras. Por un lado esta la re presentación de los "bandidos" y de los "asaltados", por otra parte aparecen las astas, las armas y finalmente una serie de formas verticales, una especie de puestos de vigilancia. Son distintas cosas que están concatenadas allí. Con el tiempo y según las necesidades que tenía fueron apareciendo los personajes y los objetos. Así, por ejemplo, necesité dotar a los protagonistas de un arma. El arma para nosotros, como país, debía ser algo cercano al arco y la ficha, pero a la vez diferente. Así apareció la forma de la lanza, del estandarte, la posibilidad del símbolo. El asta me pareció ideal para incluirla en la obra.
También me gusta el juego de palabras que puede generarse, "asta" como sustantivo y "hasta" como preposición... "(h)asta cuando" (va a estar vacía la jaula), "(h)asta el cielo" (para ver mejor), "(h)asta tú, también" (vas a desaparecer)... Se trata de una serie de formas alargadas, de estandartes, que en algunos casos varían y abandonan el sentido vertical, "(h)asta Xul aquí", un homenaje a los altares de madera policromada realizados por Xul Solar, dicho homenaje adopta la forma de un monumento. "(h)asta cuando" es una jaula ovalada con un espacio inte­rior que está vacío, esperando.
A partir de los "bandidos" y de "las (h)astas" empecé a trabajar con las pieles que a su vez originaron la idea de "los mangrullos". Cada uno de nosotros tiene su vestimenta, su casa, su ciudad, su país... y en función de esa idea busqué la posibilidad de visualizar esa cobertura, ese envoltorio, desde adentro. Buscando un punto de visión nuestro encontré el mangrullo Cuyo nombre deriva de una voz indígena guaraní que designa el atalaya.
El mangrullo era el punto de vista más alto desde donde se podía ver el porvenir, las cosas buenas y las malas, el ganado, las visitas, el malón, la tempestad... Permitía tener una visión, poder conocer, de allí el tema del horizonte.
Me interesó la idea de que el horizonte no fuese una línea recta sino un círculo alrededor nuestro y me encantó la posibilidad de verlo desde ese punto alto. El mangrullo es nuestro, de nuestra zona, y me parece que recordar este tipo de forma es importante. Por eso cuando comencé a concebir dos calidoscopios a gran escala para emplazarlos en un espacio público me pareció interesante incorporarles el mangrullo. Este aparece como protección de dos personajes, uno masculino v otro femenino. Ellos contienen un tesoro precioso, su mundo interior, los cali­doscopios. También, el mangrullo aparece como una posibilidad de conocimiento. Para mí es ambas cosas: casa. en un sentido muy amplio; y posibilidad de ver, de conocer.
Hay quienes dicen que la línea de horizonte no existe, que el horizonte somos nosotros porque cuando giramos trescientos sesenta grados volvemos a nosotros mismos. Me interesó la idea de trabajar sobre eso, sobre el círculo con un punto en el medio. Una forma que siempre he usado, e incluso sabiendo que para ciertas culturas primitivas era un símbolo asociado a la sabiduría, o también, la representación del sol o de los ojos. Este círculo, como representación del horizonte, aparece en mis últimas obras relacionado con los planteos de Joaquín Torres García, de ahí la inclusión de la "S" en el centro, correspondiendo a su idea de que nuestro Norte es el Sur. Estamos en el Sur, somos el Sur, y parte de ese horizonte es el Sur. Ver como estamos, analizarnos, conocer y poder decidir. Esa es nuestra perspectiva, nuestra posibilidad.

Este texto reproduce fragmentos de una entrevista realizada a Julio Perez Sanz el 28 de octubre de 1995. Guillermo Fantoni hizo las preguntas y registró las respuestas.

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